12.1.12

Las Sirenas y su dulce canto


Las sirenas poseían una voz de extremada dulzura y armonía, comenzaban a cantar  cada vez que un barco se les acercaba por lo que los marineros que se encontraban en ellos, enloquecidos y embrujados por su sonido, al no poder huir de ellas se arrojaban al mar para oírlas mejor y tratar de conquistarlas, encontrando la muerte irremediablemente.

Sin embargo, si en alguna ocasión el  hombre que las oía cantar, no se sentía atraído esa sirena debería morir castigada por las otras, por no haber logrado el efecto deseado. Esto fue lo que sucedió cuando el héroe Odiseo, más conocido como Ulises, estaba viajando en una de sus muchas hazañas y halló a las sirenas, para evitar su hechizo ordenó a sus tripulantes que se taparan los oídos con cera para no escucharlas y el se ató a uno de los mástiles del barco con los oídos descubiertos. De esta forma, al oír el canto de las sirenas, ninguno de sus marineros sufrió daño alguno y Odiseo, a pesar de que había implorado una y otra vez que lo soltaran, se mantuvo atado al poste y pudo deleitarse con su bella melodía sin correr ningún peligro.
En consecuencia de este hecho, una de las sirenas fue sacrificada y según se cuenta en este relato la sirena que pereció en esa ocasión se llamaba Parténope cuyo cuerpo sin vida fue arrastrado por las olas hasta la playa y allí fue enterrada con todos los honores.

En las numerosas historias que se cuentan de ellas, las sirenas adivinan el futuro,  les brindan poderes sobrenaturales a las personas, o se enamoran de hombres a quienes atraen por su belleza y sus canciones, haciendo que las sigan bajo el agua embobados por sus encantos.
Tanto la idea de un poderoso amor con final triste, el don de una belleza femenina inalcanzable, sus leyendas, las numerosas historias que se cuentan sobre ellas y las que aparecían en la mitología clásica, siguen vivas y persiguen a los navegantes del todo el mundo.

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