La existencia de los demonios esta probada en los libros de teología, hablase de los pigmeos, las esfinges, el fénix, tez, y nadie los había visto. Nosotros escuchamos hechos y dichos del diablo, describir sus varias formas, cacarear su destreza y maña; sin embargo no se deben estas aventuras a los sueños y los desvaríos muy frecuentemente insípidos de algunas imaginaciones ardientes.
Los antiguos admitían tres clases de demonios, los buenos, los malos y los neutros. Los primeros cristianos solo reconocían dos, los buenos y los malos. Los demonómanas lo han confundido todo y para ellos todo demonio es un espíritu maligno. Orígenes y algunos filósofos sostienen que los malos espíritus son mas viejos que nuestro mundo. La Biblia no habla de las creaciones de Ángeles ni de demonios.
Dios había creado nueve coros de Ángeles, los serafines, los querubines, los tronos, los demoníacos, los principados, las virtudes de los cielos, las potestades, los arcángeles y los Ángeles.
Todos estos eran puros y jamás inducían al mal. Algunos se dejaron tentar por el espíritu de la soberbia; se atrevieron a creerse tan grandes como su creador, y arrastraron en su crimen a los dos tercios del ejercito de los Ángeles. Satanás, el primero de los serafines y el mas grande de los seres creados se había puesto a la cabeza de los rebeldes.
Una loca ambición causo su perdida; quiso reinar en una mitad de cielo y sentarse en un trono tan elevado como el del creador. Dios envió contra el al arcángel San Miguel, con los Ángeles que permanecieron a la obediencia; una terrible batalla se dio en el cielo. Satanás fue vencido y precipitado al abismo con todos los de su partido. Desde este momento, la hermosura de los sediciosos se desvaneció; sus semblantes se obscurecieron y arrugaron cargándose sus frentes de cuernos, de sus traseros salió una horrible cola, armaron se sus dedos de curvas uñas. La deformidad y la tristeza emplazaron en sus rostros a las gracias y a la impresión de la dicha, sus alas de puro azul se convirtieron en alas de murciélago, porque todo espíritu bueno o malo es halado.
Dios desterró a los Ángeles rebeldes lejos del cielo, al que llamamos infierno, el abismo o el imperio de las sombras.
Dios para consolar a los Ángeles fieles y alobar de nuevo los cielos hizo al hombre, criatura menos perfecta, pero que podría obrar bien y conocer a su creador.
(fuente "el libro de la Magia Roja secretos de Salomón"
editorial humanitas)
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1 comentario:
muy interesante esta información, sigue así!!
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