3.1.11

EL UNICORNIO Y LAS DONCELLAS

Entre el unicornio y las doncellas hay un lazo secreto que los hombres no conocen. Pues los hombres se maravillan ante el Unicornio, su vista les llena de reverencia, o temor, y hasta de místico deseo. Pero en las mujeres el unicornio provoca sólo la simple ternura propia de su índole; por ella el Unicornio siente una cierta atracción semejante a la de las abejas por la fragancia de las flores.

¡Y hay un hermoso misterio en esta atracción! El Unicornio gradualmente renuncia a su soledad y se convierte, si así puedo decirlo, en mimado de la doncella, o en niño inocente que se somete confiado a las suaves caricias de una madre.

La Doncella, por su parte, cobra conciencia del poder divino que sustenta todo lo viviente, y en ello reconoce algo nada ageno a su naturaleza misma. Cualquier mujer puede tener acceso a esta amistad: ni años ni estado son limites, y sólo basta la castidad de su corazón. Porque la creatura no exige que ella no haya conocido el tacto de los hombres, pero sólo que ningun ansia destemplada de ese tacto le haya cerrado la mirada interior ni volcado en deseo hambriento de los placeres de este mundo.

Pues el Unicornio vive en el límite de nuestra dimensión, y quienes se entregan a los goces visibles nunca podrán seguirle; pero si los de corazón abierto y confiado. Y las mujeres carecen de esa sed de dominio sobre los demás que posee continuamente a los hombres. Los que ansían el dominio no suelen tolerar el ser guiados.

¿Cómo van entonces a eleguir un guia que les señale el camino? Conócete a ti mismo, hermano: ¿Eres tan sabio como te jactas de ser? Quien desea guiar debe aprender a ser discípulo.

DE HISTORIA ET VERITATE

UNICORNISS

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