24.9.08

el cuerno del unicornio


El Cuerno es aun más antiguo que su base.Ha sobrevivido al fuego y a las inundaciones,y soportado el tacto de reyes y de santos.Es un talismán de poder soberanoque incluso puede atraer al Unicornio viviente.Pero esta es su advertencia:su fuerza y virtud solo se pueden activarpor obra de su verdadero propietario.Su luz disminuirá hasta extinguirsesi está en manos de otro.

En el Cuerno reside la historia total del Unicornio. Su forma es una espiral: las dos mitades, o flautas, se enlazan entre sí. En su juventud –o como mida el tiempo el Unicornio – el aspecto del Cuerno es suave y simple. Las flautas, apretadas como hilos de una cuerda, manifiestan cierta energía vibrante y compacta.

A medida que el Unicornio va viviendo, el Cuerno experimenta una transformación notable; la espiral se alarga retorciéndose sutilmente. Esto ilustra bien la índole viviente del Cuerno. En la plenitud de sus años, los giros del Cuerno de esta criatura son aún más relajados. Ya de edad muy avanzada, el Cuerno adquiere surcos y grietas que son el grabado signo de las lecciones que ha experimentado.

El Unicornio parece considerar su Cuerno como el recipiente o el cauce de sus pensamientos, o quizá como el órgano de un sentido ignoto.

La duración del Unicornio sobre la Tierra es mucho mayor que la del Hombre. Pero está sujeto, como todo lo creado, al tiempo, a la edad, a la final disolución.

Lo hermoso del Hombre está sujeto a la decadencia: cada año deja su huella hasta que el cuerpo mortal termina en polvo. No así el Unicornio: los años incontables no afectan su belleza; su crepúsculo es tan bello como su alborada. Pero cuando muere, al fin, perece todo y de una vez; ya no se lo ve en dimensión alguna hasta el fin del Tiempo. Su partida deja, sin embargo, monumental recuerdo: su Cuerno, adamantino, cargado de fuerza y virtud mortíferas.

Sólo de este modo se puede obtener un Cuerno, pues no existe brazo fuerte ni red de brujería que pueda arrancar el asta espiralada de su viviente dueño.

Así, pues, de todos los aspectos del Unicornio el que más impresión causa en la mente del Hombre es el Cuerno, espiralado, solitario, grande y poderoso. Y así debe ser, pues el asta es su talismán y su marca distintiva. En ella se concentra su fortaleza, sabiduría y sutil entendimiento. El cuerno es exterior y visible, pero también es la forma mística e inasible de esta criatura.

El Cuerno no está inclinado ni hacia atrás ni hacia delante; recto, se alza directamente de la frente de la criatura, poco más arriba de los ojos.

De tonalidad brillante y más blanca que la nieve, más suave que el marfil, vibra de vida, sin embargo, aún más que la carne mortal; abriga sentidos de muy largo aliento. Ocupa al mismo tiempo ésta y otras dimensiones, y por ello es capaz de penetrar cualquier sustancia.

En horas de peligro o de prolongada concentración, el Cuerno puede exhalar cierto brillo o un suave resplandor.

Propiedades del cuerno

Teología aparte, resulta claro que con el sólo concurso de la obsesión medieval por el test de la virginidad, el Unicornio no hubiera hecho carrera. Su importancia esencial radicaba en aquello que le hacía distinto: el inconfundible cuerno –el alicornio- que adornaba su frente. Considerado durante mucho tiempo la prueba irrefutable de su existencia, todos los sabios que se ocuparon del singular fenómeno reconocían su poder para revelar y neutralizar la presencia del veneno. Los árabes incrustaban un trozo de cuerno en los mangos de los cuchillos que empleaban en sus festines y, si la comida era tóxica, un leve sudor delator cubría la hoja de metal. Por eso era ofrecido a los reyes y príncipes medievales y renacentistas, que pagaban por él elevados precios.

Debido a que el engaño era muy corriente, se idearon remedios para detectar mixtificaciones. El más común consistía en sumergir el cuerno en agua, y si el líquido hervía, el cuero era auténtico. Pero como los venecianos lograron fabricar apéndices falsos que superaban esta prueba, Davide de Pomis –médico y filósofo hebreo- ideó “sumergirlo en un recipiente con tres o cuatro escorpiones vivos. Si pasadas cuatro horas los escorpiones mueren, el cuerno es auténtico”. El asta que pasaba esta prueba, además de eficaz venenum detector, era útil para proteger de la fiebre, la rabia, el cólico y el calambre; curaba la melancolía, espantaba las pesadillas y protegía contra la peste.

Mezclado con ámbar y marfil, oro, coral, pasas de Corinto y canela en rama, sanaba la epilepsia. Por supuesto, todos los boticarios exhibían orgullosos en sus mostradores esta especie de carísima panacea universal. Tanta era su fama que durante el Renacimiento tardío, se recetaba su polvo –ingerido con vino- para proporcionar vigor a los amantes. Se llegó a identificar este brebaje con el elixir de la longevidad y el mismo asta con el pródigo “cuerno de la abundancia”.

Al Cuerno se le atribuyen fantásticos poderes; lo cual tiene fundamento. El mayor bien se consigue renunciando a cuanto el Cuerno puede asegurara: así mente y corazón se purifican y se obtiene el paraíso. Rumores interesados han convertido, sin embargo, al Cuerno en objeto de valor tal que hay quien está dispuesto a asesinar al Unicornio para obtenerlo.

No obstante, el Cuerno llega a quien elige, y vuelve a marcharse.


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